Sugerencias sobre los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía con ‘Ven y sígueme’

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El curso Ven y sígueme 2 está orientado a la formación de la conciencia moral del niño y a la recepción del sacramento de la Penitencia.

El Código de Derecho Canónico de 1982, promulgado por Juan Pablo II, ha acogido plenamente las enseñanzas de aquel santo Pontífice y establece que: «los padres, en primer lugar, y quienes hacen sus veces, así como también el párroco, tienen obligación de procurar que los niños que han llegado al uso de razón se preparen convenientemente y se nutran cuanto antes, previa Confesión sacramental, con este alimento divino (la Eucaristía)» (canon 914).

Además, conviene recordar que el canon 989 establece que «todo fiel que haya llegado al uso de razón está obligado a confesar sus pecados graves al menos una vez al año». Este antiguo «mandamiento de la Iglesia» no siempre ocupa el lugar que le debería corresponder en las catequesis actuales.

El planteamiento de muchas de las catequesis de hoy no apunta a preparar a los niños para que reciban el sacramento de la Penitencia en la edad del uso razón, sino dos o tres años después.

¿Hay razones de peso que justifiquen esta praxis pastoral tan extendida? Las que se aportan no parecen muy convincentes, pues suelen ser: o bien, fruto de una concepción excesivamente psicologista del sacramento de la Reconciliación, o bien, expresión de la opinión muy generalizada de que los niños de estas edades son incapaces de cometer pecados graves. En todo caso, esas praxis denotan una falta de aprecio hacia el Sacramento de la Penitencia.

Ante esta situación bastante general, conviene que nos preguntemos: ¿es que los niños y niñas de hoy ya no necesitan la gracia sacramental al llegar al uso de razón? Estos niños y niñas –tan precoces para los videojuegos, Internet, la música, los deportes, los idiomas, etc.–, ¿no precisan la ayuda sobrenatural de la gracia para fortalecer su fe, su voluntad, su lucha contra las tentaciones y su piedad desde que son capaces de distinguir el bien y el mal en su conciencia, es decir, desde que alcanzan el uso de razón? Recibir el Sacramento de la Penitencia hacia los siete u ocho años (con la debida catequesis preparatoria) es lo que han hecho millones de niños católicos durante siglos, en los que la fe cristiana estaba bastante más firme que en los tiempos de hoy. Retrasarlo más sería un error pedagógico y moral.

En nuestra propuesta de catequesis de iniciación cristiana de Ven y sígueme, sugerimos que el segundo curso de catequesis vaya dirigido, siguiendo los correspondientes temas del Catecismo Jesús es el Señor, a iniciar a los niños en la formación de la conciencia y en el Sacramento de la Penitencia.

Con este fin, en Ven y sígueme 2 se exponen algunas sesiones de catequesis para enseñar a los niños cómo han de vivir los Mandamientos de la ley de Dios y el Mandamiento del Amor, los conceptos de pecado y de conversión, y la maravillosa condescendencia de Dios con el pecador que se manifiesta en el Sacramento de la Reconciliación o Penitencia, que es, ante todo, un encuentro con Jesucristo y su amor misericordioso que nos acoge, perdona y fortalece para la lucha cristiana.

Sobre el Sacramento de la Eucaristía

Preparados con la gracia sacramental de la Penitencia, los niños pueden acceder al tercer curso, que tiene como fin ayudarles a avanzar decididamente en su encuentro personal con Jesucristo, fortalecer su vida cristiana (virtudes y oración), y acrecentar en ellos el amor y la fe en la Eucaristía para preparar muy bien su Primera Comunión y su futura vida cristiana.

En este encuentro personal con Jesucristo, convendrá destacar la importancia del domingo como Día del Señor.

No obstante, los catequistas han de tener presente que el precepto dominical comienza a obligar a los niños a la edad del uso de razón, como las demás leyes eclesiásticas, que les obligan «siempre que tengan uso de razón suficiente y […] hayan cumplido siete años» (CIC, canon 11). Esta ley de la Iglesia ha sido sustituida por la praxis, cada vez más frecuente, de no pedir a los niños (ni a sus padres) el cumplimiento del precepto dominical hasta la Primera Comunión, lo que retrasa hasta los nueve o diez años el cumplimiento del precepto, resultando muy difícil que, a esa tardía edad, adquieran el hábito de participar en la Misa dominical, tan expresamente solicitado por los últimos Papas y, muy recientemente, por los obispos de España.

La falta de exigencia –o exigencia tardía– del precepto dominical puede ser una de las causas por las que bastantes niños y niñas asisten algunos domingos a Misa con sus padres al acercarse la Primera Comunión y, poco después de recibirla, dejan de asistir.

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