Catequesis Mariana para niños

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Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.

Juan 19, 27

María es la única madre que puede decir, hablando de Jesús, «mi hijo», como lo dice el Padre: «Tú eres mi Hijo» (Mc 1, 11). Por su parte, Jesús dice al Padre: «Abbá», «Papá» (cf. Mc 14, 36), mientras dice «mamá» a María, poniendo en este nombre todo su afecto filial.

En la vida pública, cuando deja a su madre en Nazaret, al encontrarse con ella la llama «mujer», para subrayar que él ya sólo recibe órdenes del Padre, pero también para declarar que ella no es simplemente una madre biológica, sino que tiene una misión que desempeñar como «Hija de Sión» y madre del pueblo de la nueva Alianza. En cuanto tal, María permanece siempre orientada a la plena adhesión a la voluntad del Padre.

Catequesis mariana: María, hija predilecta del Padre

Santo Padre Juan Pablo II

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Saludo

Estamos aquí porque María, la Madre de Jesús, nos ha llamado para reunirnos bajo su mirada y ternura maternales, para hablarnos al corazón y para enseñarnos a amar y a conocer a su Hijo Jesús: Camino, Verdad y Vida. Caminar con María, es caminar con Jesús: con Ellos vivamos esta experiencia de Iglesia peregrina.

Canto a la Santísima Virgen

Elegir uno conocido por todos, o preparado previamente.

Ambientación

Antes de la lectura del Evangelio se colocan en un lugar visible la Cruz y al lado de esta, el corazón de Juan —nosotros— y el corazón de María.

Cuando termina la lectura el corazón de Juan abre sus puertas y deja pasar el corazón de María el cual es seguido por las flores con las palabras señaladas.

Elementos necesarios para la representación durante la lectura del Evangelio:

Un corazón grande, con expresión de tristeza y sobre él escritas las palabras: JUAN—NOSOTROS. El corazón tendrá, también, dos puertas que se puedan abrir. Otro corazón grande, con el nombre de María en letras que resalten, pero de un tamaño que pueda penetrar a través del corazón que tiene puertas, , Ocho flores recortadas para que se les coloque lo siguiente: JESUS. ALEGRIA. CONSUELO. ORACIóN. SER DISCIPULOS. ESCUCHA A LA PALABRA. DISPONIBILIDAD. DAR CON AMOR.

Monición

La Palabra de Dios que vamos a escuchar hoy, manifiesta una vez más, todo el amor que Jesús nos tiene, y que es necesario que comprendamos para poder responderle y seguirle como discípulos.

Evangelio

Escuchemos la lectura de Juan 19, 26-27

Jesús, clavado en la cruz, viendo a su madre y junto a ella al discípulo que tanto quería, dice a su madre: — Mujer, ahí tienes a tu hijo. Después dice al discípulo: — Ahí tienes a tu madre. Desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.

Reflexión

Quien dirija la celebración puede resaltar los elementos más importantes del tema:

Jesús nos pide expresamente que recibamos a María en nuestra casa, que la acojamos entre nuestros bienes para aprender de ella la disposición interior a la escucha y la actitud de humildad y generosidad que la caracterizaron como primera colaboradora de Dios en la obra de salvación. Ella, desempeñando su ministerio materno, nos educa y modela hasta que Cristo sea formado plenamente en nosotros. Recibir a María en nuestro corazón es recibir a Jesús, es hacernos discípulos de Jesús como ella, la primera discípula; es dejarnos penetrar de la verdadera alegría. Estudiando a María, descubriremos el compromiso concreto que Cristo espera de nosotros, aprenderemos a darle el primer lugar en nuestra vida y orientamos hacia él nuestros pensamientos y acciones. María se nos entrega para ayudarnos a entrar en relación más auténtica y personal con Jesús. Con su ejemplo, nos enseña a poner una mirada de amor en él, que nos amó primero. Con su intercesión, ella forja en nosotros un corazón de discípulo capaz de ponerse a la escucha de su Hijo, que revela el rostro auténtico del Padre y la verdadera dignidad del hombre».

Invocaciones

  • María, has aceptado ser nuestra Madre; nosotros queremos ser siempre tus hijos.
  • María, sufriste con Jesús su pasión y su cruz; enséñanos a compadecernos de nuestros hermanos.
  • María, Jesús en la cruz veía tu soledad y desamparo; vuelve hacia nosotros tus ojos misericordiosos.
  • María, tu vida fue un continuo Sí a la voluntad de Dios; ven a nuestro corazón para que también nosotros seamos un sí en medio del mundo.

Expresiones de agradecimiento

  • Jesús, que conocías el corazón de tu discípulo amado ya su cuidado entregaste a tu Madre: Gracias, porque en este discípulo nos has dado a María por Madre.
  • Jesús, que has querido que Maria sea el camino más corto para llegar a ti; Gracias, porque en ella encontramos consejo, protección y compañía.
  • Jesús, que quisiste nacer de la Virgen Marra: Gracias, porque en esto descubrimos que amas a los humildes, a los pobres y a los sinceros de corazón.
  • Jesús, que quieres que te veamos a través de los ojos y del corazón de tu Madre; Gracias, porque así nos enseñas a amar de verdad.

El Rezo del Rosario

Puede ayudarse con el Rosario Misionero, si se quiere:

  • 10 niños con globos de color verde, representando Africa.
  • 10 niños con globos de color rojo, representando a América.
  • 10 niños con globos de color blanco, representando a Europa.
  • 10 niños con globos de color celeste, representando a Oceanía.
  • 10 niños con globos de color amarillo, representando a Asia.

Los misterios del Rosario se pueden representar con globos de un color diferente a los ya nombrados. El niño o niña que es portador de un globo rezará la correspondiente Avemaría. Se intercalan cantos en los misterios, peticiones u otras oraciones.

Oración final

(Pueden repetirla todos los presentes).

María, que has querido hacer la voluntad de Dios en tu vida y por eso has venido a morar en nosotros, te queremos dar gracias porque nos acompañas, aconsejas, estimulas y enseñas. Tu oración es siempre escuchada porque eres la más humilde, la más pequeña y conoces la ternura del corazón del Padre. Pide por nosotros, ora con nosotros para que el don de la paz se haga presente en todos los corazones, para que se acaben el odio y cuanto separa a unos de otros, para que todos los niños podamos disfrutar de un mundo sin diferencias, donde no haya hambre, guerra, injusticia y miseria. Tú eres la discípula más fiel de Jesús, asegura nuestros pasos tras las huellas del Maestro y, como tú, llevemos amor y bondad a cuantos nos rodean. Que tu Hijo Jesús, que siempre está contigo, nos alcance cuanto te hemos pedido. Amén.

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(El tema y los textos están tomados del Mensaje de Juan Pablo II a los jóvenes del mundo con ocasión de la XVIII Jornada Mundial de la Juventud, Domingo de Ramos de 2003)


 

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