El martirio de san Mauricio y la legión tebana

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San Mauricio es uno de los santos más populares en Europa occidental, existiendo más de 650 lugares sagrados que llevan su nombre. A lo largo de la Edad Media, San Mauricio fue el santo patrono de varias dinastías europeas, así como de los emperadores del Sacro Imperio Romano-Germánico, muchos de los cuales fueron ungidos ante el altar de San Mauricio, en San Pedro de Roma.

San Mauricio era un oficial romano que mandaba la Legión Tebana (o Tebea), así llamada por estar formada por soldados originarios de la provincia de la Tebaida, en el Alto Egipto, los cuales eran cristianos.

Esta unidad militar habría sido desplazada hasta la Galia para combatir en una de las campañas militares del emperador Maximiano Hercúleo (285-305). Sin embargo, una vez cruzados los Alpes por el paso del Gran San Bernardo, cuando la Legión Tebana se hallaba acantonada en un lugar llamado Acaunum (Agaune, hoy Saint-Maurice, en el cantón suizo de Valais), el emperador ordenó ejecutar a la totalidad de sus efectivos, cuando éstos se negaron por razones religiosas a cumplir una orden imperial.

La fecha exacta de la ejecución y cuál fuera el mandato imperial que San Mauricio y el resto de los militares tebanos se negaron a obedecer difieren según las dos versiones que existen de la  historia.

Según el relato de la Passio Acaunensium martyrum (o Pasión de los mártires de Agaune), obra escrita por el obispo Euquerio de Lyon hacia los años 430-440, y conservada en un manuscrito de los siglos VI-VII, la Legión Tebana  habría sufrido el martirio en el marco de la Gran Persecución contra los cristianos, en el año 303, por negarse a empuñar las armas contra sus hermanos de fe.

El emperador Maximiano les pidió que recapacitasen y, como los Tebanos persistieran en su actitud, la legión fue diezmada (matando a un soldado de cada diez) dos veces, acabaría por ser masacrada en su totalidad, incluyendo a sus oficiales Mauricio, Exuperio y Cándido. Con posterioridad, un veterano llamado Víctor que confesó que también él era cristiano y corrió la misma suerte.

Sin embargo, una antigua tradición local de Agaune conservada en la versión anónima de la Pasión de San Mauricio, la denominada Passio interpolata (o anónima)  señala que la Legión Tebana habría ido a la Galia para reprimir una revuelta campesina conocida como “de los Bagaudas”, lo cual situaría el martirio en el año 286. Según este texto, que se remonta al último cuarto del siglo V, aunque la versión conservada más antigua data de los siglos IX-X, el crimen de la Legión Tebana fue negarse a participar en los sacrificios paganos previos a la entrada en combate.

La Passio Interpolata había sido considerada tradicionalmente como una simple variante de la narración de Eucherio, ya que contiene amplios extractos de la misma (de ahí lo de interpolada). Sin embargo, en la actualidad, se considera que los dos relatos estarían fundados en dos tradiciones orales distintas, preexistentes a su puesta por escrito en el siglo V. Ambas versiones de la Pasión de los mártires Tebanos tuvieron luego una historia compleja, con numerosos añadidos e interpolaciones. De su enorme éxito da testimonio la gran cantidad de manuscritos y versiones de ambas que han llegado hasta nosotros.

Euquerio menciona también el establecimiento del culto por el obispo Teodoro años atrás: Teodoro (atestiguado entre 381-393 y venerado hoy por la religión católica como San Teódulo) era el obispo de Octodurus (Martigny, Suiza) y había tenido una revelación: en una localidad cercana llamada Acaunum, al pie de un acantilado situado en una garganta del curso alto del río Ródano, yacían los cuerpos de un grupo de soldados cristianos originarios de Tebas, en el Alto Egipto, que habían sido ejecutados por orden del emperador Maximiano. El obispo Teodoro  mandó excavar en el sitio que le había sido revelado, encontrando las tumbas de los mártires. Tras el hallazgo, Teodoro erigió una basílica sobre sus restos. Durante su construcción se produjo un milagro: un obrero que era pagano se convierte al cristianismo tras una aparición de los mártires. Se ha supuesto que Teodoro pudo haber estado inspirado por el ejemplo de San Ambrosio, el obispo de Milán, descubridor de los restos de los mártires, Gervasio y Protasio.

Junto a la Passio de Euquerio se ha conservado una carta dirigida por el autor a un obispo llamado Salvio (que sería un sucesor de Teodoro); dicha epístola proporciona el marco histórico y geográfico de los acontecimientos.

En ella se alude a que por aquel entonces (mediados del siglo V) ya existía en Agaune un culto organizado a San Mauricio y sus compañeros. En la carta Eucherio dice que él había puesto por escrito la historia, tal y cómo le había sido narrada por ciertos informantes (a los que califica de “idonei auctores”), a quiénes a su vez se la había relatado Isaac, obispo de Ginebra.

El debate acerca de la historicidad de San Mauricio y la Legión Tebana ha hecho correr ríos de tinta. Desde hace siglos, eruditos e historiadores del cristianismo y del ejército romano se han devanado los sesos, tanto para señalar los anacronismos e incongruencias presentes en el relato de Euquerio, como para intentar, por el contrario, rescatar todo lo que pudiera haber de cierto en la leyenda de la Legión Tebana. Se ha olvidado a menudo que una Passio de un mártir es un tipo de obra literaria un tanto particular: se trata de la redacción escrita de un relato transmitido oralmente a partir del testimonio original de los testigos del acontecimiento. Pese a su pretensión de historicidad, la tradición oral puede ser más o menos rigurosa con las circunstancias y los detalles. En el caso de la Pasión de los Mártires de Agaune, se ha señalado una serie de pretendidas incongruencias, entre ellas que el lugar del martirio (la región alpina) y la identificación de los legionarios como Tebanos (esto es, provenientes de Egipto) resultaban difícilmente conciliables. También se ha indicado que los rangos de los tres comandantes romanos resultaban más propios de la caballería que no de la infantería legionaria. Sería igualmente anacrónica la afirmación de Euquerio de que la legión fue diezmada dos veces, antes de ser masacrada por completo, o de que los efectivos de la legión sumaban la cifra de 6.600 hombres. Recientemente se ha señalado que hay que distinguir entre “la verdad de la historia”, tradicional foco de atención, y “la verdad que existe detrás de la historia”.

La Arqueología ha localizado en el sitio conocido como “Le Martholet”, en las inmediaciones de la abadía de Saint-Maurice de Agaune, una necrópolis tardorromana y, sobre una de las tumbas, los restos de la capilla edificada por Teodoro a finales del siglo IV; también se ha encontrado la basílica adosada a la roca que Eucherio describía en el siglo V, y se ha podido estudiar la evolución de este santuario a lo largo de la Alta Edad Media. Por otro lado, las circunstancias del descubrimiento de los restos de los mártires por Teodoro (revelatio inventio) encajan perfectamente en las formas del culto de los Santos con que los obispos de la Antigüedad Tardía fueron sustituyendo los cultos paganos.

Por lo que respecta al problema de la presencia de una unidad militar “tebana” en la Galia, ninguna unidad militar del Alto Imperio llevó dicho apelativo. No obstante, se ha señalado la existencia de testimonios, fechados en torno al año 270, de la presencia en la Galia de destacamentos de la Legio secunda Traiana fortis,  la legión encargada del control de Egipto durante los siglos II y III.

Sin embargo, en la Notitia Dignitatum tam civilium quam militarium, copia medieval de un documento oficial romano que contenía la relación de los cargos oficiales del Imperio y la distribución de sus tropas a finales del siglo IV, aparecen varias legiones que son calificadas de “tebanas”. A juzgar por sus nombres, dos de ellas, la Tertia Diocletiana Thebaeorum y la Prima Maximiana Thebaeorum remontarían su origen a la época del martirio, que Euquerio sitúa durante el reinado conjunto de los emperadores Diocleciano y Maximiano. Estas legiones estaban acantonadas en el Alto Egipto bajo el mando del dux Thebaidos. Sin embargo, dos destacamentos de estas mismas unidades aparecen entre las legiones comitatenses estacionadas en los Balcanes, bajo el mando del magister militum  (generalísimo) de Tracia.

Gracias a una inscripción hallada en la propia Tebas sabemos que otra de las legiones posteriormente calificadas de “tebanas”, la II Flavia Constantia Thebaeorum, participó en época de Diocleciano en la construcción de la base principal de las legiones romanas destacadas en la provincia de la Tebaida, adaptando para ello el templo faraónico de Luxor. Como quiera que la III Diocletiana en la época del martirio aún no se había convertido en “tebana” pues estaba acantonada en el delta del Nilo, en el Bajo Egipto, se ha establecido que las dos legiones tebanas originarias serían la I Maximiana y la II Flavia Constantia, así llamadas en honor de los dos Césares (o vice-emperadores) de la Tetrarquía: Maximiano Hercúleo y Flavio Constancio. Posteriormente sería también la base de la III Diocletiana en la Tebaida.

A raíz de la estancia de Diocleciano en Egipto, el edificio del templo faraónico de Luxor fue incorporado en una fortificación de adobe con torres salientes, de planta cuadrada en las esquinas y semicircular a lo largo de los lienzos. El circuito murado encierra 3,72 Ha., espacio suficiente para albergar dos legiones en el  Bajo Imperio. Sabemos relativamente poco de la disposición interna de la fortaleza, pero quedan restos de dos tetrástylos (monumentos formados por cuatro columnas).

En la antecámara del templo de Amón en Luxor, reconvertida encapilla para los estandartes militares o insignias de las legiones, quedan restos de pinturas murales que puede que representen  el adventus o procesión de llegada de Diocleciano. En un nicho aparecen representados los cuatro emperadores que reinaban entonces sobre el mundo romano: en el centro los dos Augustos, Diocleciano y Maximiano, flanqueados por sus Césares, Galerio y Constancio Cloro, padre del futuro emperador Constantino.

Especial interés tiene para nosotros la mención en la Notitia Dignitatum de la existencia de una unidad militar, la legio palatina de los Thebaei , estacionada en Italia a finales del siglo IV, bajo el mando del magister peditum praesentalis (general de infantería del ejército móvil de campaña, en presencia del emperador). El hecho de que la Pasión de los Mártires de Agaune diga que San Mauricio mandaba una legión llamada Thebaei ha hecho pensar a algunos historiadores que el descubrimiento del obispo Teodoro pudo tener una intencionalidad política. Según algunos autores, Teodoro, el obispo de Octodurus, habría aprovechado el hallazgo de los cuerpos de los mártires para, reelaborando la historia de un mártir sirio llamado San Mauricio de Apamea, para influir sobre los Thebaei contemporáneos.

Recientemente otros investigadores han señalado la posibilidad de que Mauricio fuera en realidad el nombre del comandante de los Thebaei acantonados en Italia en el siglo IV. Éstos constituirían una nueva unidad formada por contingentes sacados de las dos legiones “tebanas” estacionadas en Tracia, la I Maximiana Thebaeorum III Diocletiana Thebaeorum,  y habrían venido a Italia para combatir contra un usurpador (o bien en el año 388 contra Magno Máximo, o en 391 contra Eugenio).

Su comandante podría ser un cierto Flavio Mauricio v(ir) c(larissimus) com(es) ord(inis) prim(i) et dux, que aparece mencionado en una inscripción hallada en Syenne (Asuán) que, por su dedicación a los emperadores Valentiniano, Valente y Graciano, debe ser fechada entre 367 y 375. Se ha supuesto que este Mauricio pudiera haber sido el dux Thebaidos (general en jefe de la Tebaida); aunque posteriormente se ha sabido que se trataba del comes rei militaris Aegypto, la más alta autoridad militar de Egipto (comúnmente referida como dux Aegypti), pues como tal figura en un papiro de Oxyrhinchos, fechado el 3 de agosto de 375, pronunciando una sentencia. Se ha sugerido que Flavio Mauricio pudiera haber acompañado a las dos legiones “tebanas” en su viaje hasta los Balcanes (circa 380) y, quizá,  luego a los Thebaei hasta Italia.

Según este razonamiento, el obispo Teodoro habría elegido el nombre de Mauricio para capitanear a sus recién descubiertos mártires en deferencia al general que mandaba a las tropas tebanas estacionadas contemporáneamente cerca de Octodurus. Su intención sería convencer a estos Thebaei de que no aceptaran al usurpador Eugenio como nuevo emperador en el año 392, demostrándoles con el ejemplo de los mártires Tebanos que los cristianos no estaban obligados a combatir contra otros cristianos por un emperador (en este caso, un usurpador) pagano.

Inspirada en una tradición anterior o revelada a Teodoro junto con la existencia de los cuerpos de los mártires, la leyenda y el culto de la Legión Tebana no dejó de desarrollarse a partir de finales del siglo IV, convirtiéndose su basílica en un lugar de peregrinación. En la primera mitad del siglo V su fama había alcanzado hasta Lyon, siguiendo el curso del Ródano. Esto movió a Euquerio, el obispo de esta ciudad, a recabar información sobre su historia para poder ofrecer a los Santos Mártires de Agaune un relato retórico embellecido para que, a partir de entonces, fuera leído cada año, el día 22 de septiembre, en conmemoración de su martirio.

Artículo original con fuentes e ilustraciones.

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